Gener del 1939: Yagüe, Serrano Súñer i Ridruejo
Trobar fotografies com les que il·lustren aquest article no és habitual perquè desven-turadament no abunden. Però encara és menys habitual trobar, per una altra banda, un escrit que permeti situar-les perfectament en el seu context històric.
Les imatges -inèdites fins ara- pertanyen al Fons Utrillo que es conserva a la Biblioteca Popular Santiago Rusiñol. El seu valor històric és indiscutible, si tenim en compte que van ser enregistrades el 24 o el 25 de gener de 1939 (ara fa 60 anys); és a dir, dos o tres dies després que les tropes franquistes haguessin entrat a Sitges. A la fotografia de l'esquerra, s'observa el general Yagüe i Ramon Serrano Suñer passejant cap a Terramar. A la de sota, es veu ambdós personatges de retorn a la vila acompanyats d'un tercer individu; es tracta de Dionisio Ridruejo, cap del Servei Nacional de Propaganda del govern de Burgos. Què hi feien Yagüe i Serrano Suñer, passejant tranquil×lament pel nostre passeig Marítim, en vigílies de la caiguda de Barcelona? L'explicació ens la dóna precisament Ridruejo al seu llibre Casi unas memorias (Planeta, Barcelona, 1976, pp. 164-166):
"Tan pronto como supimos que el Ejército había llegado a Sitges nos pusimos en marcha. Queríamos estar cerca de Barcelona. [Carles] Sentís, [Edgar] Neville y [Pere] Pruna se nos habían adelantado un poco y llegaron a la villa cuando aún duraba el tiroteo. Cuando lo hicimos nosotros sólo quedaban unos cañoncitos antitanques emplazados sobre Garraf que alcanzaban el caserío con sus proyectiles casi vanos.
"Nuestros amigos no habían perdido el tiempo. En menos de dos horas habían apalabrado una casa en el Paseo Marítimo que se había mantenido intacta a lo largo de la guerra al cuidado de dos sirvientas ya maduras, las cuales habían tenido como escudo a unos oficiales bien educados que, alojados en la 'torre', les habían permitido tener en orden la casa y subsistir (...) Así que nos encontramos con habitación cómoda, servicio atento y mesa bien vestida aunque pobremente abastada.
"Prácticamente no quedaba en Sitges aparato militar. La villa, algo vacía, no había sufrido gran cosa y pronto su vida se hizo normal, mientras aún sonaban los cañones por las alturas próximas. Nuestra estancia no debió de prolongarse más de cuatro días, durante los cuales yo solía visitar cada mañana, con alguno de mis amigos, algunos puestos de mando para conocer la situación del asedio progresivo sobre Barcelona, en la que, según todos los informes, no se esperaba una gran resistencia.
"En uno de estos días, que fueron tibios y soleados, con un ligero mar de fondo que daba mucha espuma y hacía sonar las olas en la playa, invitamos a almorzar a Serrano Suñer -recién llegado a Tarragona- y al general Yagüe, que estaba instalado a pocos kilómetros de Sitges (...) Después de comer, Yagüe y Serrano se pasearon largamente al borde del mar, conversando a solas, a la vista de sus pequeñas escoltas. Entre el poder militar y el poder civil surgían entonces, y siguieron surgiendo después, piques y rivalidades. En el caso de Serrano y Yagüe mediaba también algún malentendido (...) La entrevista debió de ser, sin embargo, satisfactoria, pues las despedidas fueron cordiales y al final de la guerra Serrano propondría el nombre de Yagüe para formar parte del Gobierno".